El Reglamento

 

Pues yo, estimados cuatro o cinco lectores, al Reglamento de Tránsito del DF, vigente a partir de este 15 de diciembre, le hallé una sola virtud: que por miles fue distribuido con anticipación, lo que hace suponer que miles lo han leído o lo están leyendo (así, los legisladores y gobernantes, siempre que aprueben alguna nueva norma, deberían repartirla a diestra y siniestra, para que, al menos, se conozca).

Otra posible virtud del nuevo ordenamiento, y esto está por verse, y en todo caso es una mera esperanza, es que con tanta multa anunciada en el mismo, aunado al infierno vial en que nuestra HH clase política, ha convertido a la Ciudad de México, dejemos de usar tanto el automóvil.

Lo he leído al derecho y al revés. Son 142 páginas y 75 artículos, cinco de ellos, transitorios. He preguntado a algunas decenas de conductores, su opinión al respecto y todos ellos repudian al tal Reglamento. Lo menos que dicen es que fue elaborado para esquilmar más al capitalino. ¿Resolverá el problema del tráfico infernal que a diario se vive? Nadie responde que sí.

Y es que en verdad, el problema del tráfico vehicular en el DF se ha vuelto tan grande y tan complejo, que atacarlo como se pretende, o sea, con la aplicación de un nuevo Reglamento de Tránsito, que “tiene por objeto regular la circulación de peatones y vehículos en la vía pública y la seguridad vial en la Ciudad de México “ (si en lugar de “regular” dijera ”ordenar”, pero…) equivale a querer curar un cáncer con un tecito.

Aunque en el discurso de presentación del Reglamento, las autoridades insisten en que el propósito es evitar muertes por accidentes viales.

El caso es que el eje de nuevo Reglamento son las multas; multa por dar vuelta continua a la derecha, multa por no usar ambas manos en el volante, multa por pisar con las llantas del vehículo, las líneas blancas; multa por no llevar cinturón de seguridad delante y atrás; multa por no tener seguro de gastos a terceros; multa por rebasar los máximos límites permitidos de velocidad; multa por no estar a 1.5 metros del vehículo contiguo; multa por no utilizar las luces direccionales; multa por…

¿Están bien las multas? Para acabar con el problema no, para paliarlo, tampoco. Además hay que recordar que, en los hechos, las multas de tránsito han sido la principal materia prima de la corrupción. En este sentido, la corrupción ¿podrá ser mayor? Quizá.

Pero mas allá de la corrupción, se encuentra la situación vehicular misma: es un verdadero caos el transito vehicular.

Uno mira las películas de los años cincuentas y sesentas, en donde aparecen escenas capitalinas, y en ellas, las calles y avenidas, ocupadas por automóviles que por su tamaño parecen tanques, se miran semivacías. Nada que ver con la actualidad. Ahí el tránsito es más que fluido, rápido. Hoy, la circulación vehicular es a vuelta de rueda, pese a que el tamaño de los coches ha disminuido considerablemente.

Y cómo no va a ser así. Si en los años cincuentas del siglo pasado, en el DF circulaban ¿30 mil vehículos? ¿Y hoy? Hoy circulan por las calles y avenidas capitalinas, unos 5 millones de vehículos por día.

Quizá este gran problema haya iniciado durante el gobierno presidencial alemanista, pues cuando aquel don Miguel inició su sexenio (1946-52), hizo una declaración que jugó el papel de la voz de ¡arrancan!. Dijo que su gobierno tenía el propósito de lograr “que cada mexicano tuviera un Cadillac”. Cadillac era una famosa marca de coches. Desde entonces, tener coche se volvió el sueño de millones de mexicanos. Ahora estamos padeciendo, en todas las ciudades, en particular en la de México, las graves consecuencias de aquella declaración y de ese sueño.

Desde entonces, en función del automóvil, de su uso constante, de su compra desmedida y permanente, se han dedicado millones y millones de pesos, vía presupuesto y políticas públicas en especial, para abrirle paso. Por eso se construyeron el Circuito Interior, el Viaducto ”Miguel Alemán”, la Calzada de Tlalpan, el Periférico, los Ejes Viales, el Segundo Piso del periférico, …., todas anunciadas en su momento, como vías rápidas. Y por ello, se abandonó en gran medida, la construcción del transporte público.

Véase el caso del Metro. Cuando se inauguró la primera línea, en 1969, se dijo que “pronto” habría funcionando, 400 estaciones. Hoy, 44 años después, la cantidad de estaciones apenas llega a 200. Y ya vimos lo que sucedió con la línea más nueva. O el caso de la Ruta 100, que nació como resultado de la estatización del transporte concesionado en los años setentas. Hoy la Ruta 100, son escombros de lo que llegó a ser y una especie de caja chica de los grupos que dizque gobiernan desde 1997, la gran ciudad.

Hoy, aquellas vías “rápidas”, la mayor parte del día semejan inmensos estacionamientos, atascadas de vehículos, pues el tráfico casi no avanza. De nada sirve que la gran capital se inunde con 200 mil nuevos vehículos cada año, equipados para correr a 200 kilómetros por hora, si la velocidad vehicular promedio en el DF, es de 13 kilómetros por hora. O menos. Y todavía en el nuevo Reglamento de tránsito amenazan con multar a quien rebase los límites de velocidad, los cuales oscilan de los 50 a los 80 Km por hora, según la vía.

Cierto, para la creación de este gran problema, todos hemos puesto nuestro granito de arena. Pero son las diferentes autoridades, la que han puesto verdaderas rocas al respecto, para agravarlo. Todas sus decisiones han agravado el problema: El Programa de Verificación, aumentó el parque vehicular y la corrupción. El Programa Hoy No circula, incrementó exponencialmente el parque vehicular y la corrupción. La reciente supresión del Programa Hoy No Circula, devolvió a la circulación diaria, a 400 mil vehículos de un día para otro.

Hoy hay tantos vehículos circulando diario en el DF, que si se pudieran formar en fila india, alcanzarían para darle una vuelta a todo nuestro HH planeta Tierra.

¿Y todo esto lo quieren resolver con un nuevo Reglamento de Transito? Perdónenlos, estimados cuatro o cinco lectores, no saben lo que hacen.

La solución a futuro de este gran problema, el tráfico infernal, esta en la educación cívica y vial, desde las escuelas de educación básica; en capacitar a los servidores y funcionarios públicos pues son los primeros en violar las normas. En desalentar el uso del automóvil particular. En dar prioridad al transporte colectivo. En educar y capacitar a todos los conductores de vehículos automotores. En ser estrictos en el otorgamiento de licencias de conducir. En… Y de nada de esto se habla en el Reglamento.

Notitas: Una.- Que se los dije. El aumento al nuevo minisalario, no alcanza ni para un boleto del Metro; bueno, ni para una mini Cocacola. Dos.- Que es cierto, el nuevo status del DF, merced a la nueva reforma aprobada por el Congreso General y en su momento por al menos 17 legislaturas locales es, como dice don Mancera, un paso adelante para los capitalinos. Aunque lo que se requiere no es un paso sino un gran salto. En fin. Tres.- Que la Presentación número 23 de mi libro, “Cuando correteábamos utopías”, es el sábado 19 de diciembre, a las 16 horas, en Culhuacán, Iztapalapa, DF. En Av. Tláhuac s/n, Barrio San Simón, a dos calles del Metro “Culhuacán”. Cuatro.- Que hagan ejercicio mis estimados. Es la mejor manera de comer y beber lo que quieran en estas fiestas de fin y principio de año, sufrir. Cinco.- Que feliz navidad y mejor año 2016.