El presidencialismo y el PRI no son lo que fueron: Hernández Rodríguez

Frente a las promesas de cambio en la forma de conducir al partido, el Doctor Rogelio Hernández Rodríguez –profesor investigador del Colegio de México–, recordó que el PRI arrastra inercias muy marcadas. O si lo prefiere, que se trata de un partido con demasiados hábitos adquiridos.

De hecho, la renuncia prematura de Beltrones –continuó el Doctor Hernández–, complicará el escenario en el tricolor. Después de todo, son varios los que podrían aspirar a la dirigencia y el presidente de la República –contrario a la tradición– dejó de ser el gran elector al interior del PRI.

Desde hace años, el presidente de la República perdió el control absoluto de las posiciones de su partido. A su vez, las facciones del tricolor comenzaron a pelear por el poder y esto dejó al partido hundido en conflictos y carente de brújula. En buena medida, concluyó el experto, esto permitiría entender las derrotas electorales de la primera década del Siglo XXI, donde el PRI llegó, incluso, a ser la tercera fuerza política a nivel nacional.

Fue así que con el regreso a Los Pinos –en 2012–, tanto el presidente de la República como los líderes del partido entendieron que el PRI debía manejarse de otra forma. O si lo prefiere, que sería necesario negociar con los grupos que componen al partido.

En esta lógica –de acuerdo con el Doctor Rogelio Hernández–, ocurrirá la elección del próximo dirigente del PRI; un partido que dejó de ser monolítico y donde los grupos locales adquirieron la capacidad de manejar las candidaturas y las estructuras al margen de su presidente o, incluso, al margen del partido.

Todo esto, en palabras de Hernández Rodríguez, es noticia vieja para Manlio Fabio Beltrones; quien antes de ser dirigente nacional del PRI operó y aprovechó la nueva forma de operar del PRI. Eso sí, es muy distinto tratar de explotar las inercias en las bases del partido a intentar operar el partido a pesar de estas fuerzas.

A lo anterior habría que agregar que, pese a no ganar los gobiernos locales, el PRI sigue siendo el partido más votado. Y es que, por un lado, los tricolores mantienen el voto duro más sólido de todos los partidos y, por el otro lado, el voto que no favoreció al PRI no fue –en todos los casos– contra el partidos sino contra las malas gestiones de los gobernadores que emanaron de ese partido.

Por todo esto, quienes adelantan victorias para el PAN en 2018 –o en cualquier elección próxima–, estaría haciendo cuentas demasiado alegres. Al final del día, los votos por el PAN o el PRD no suelen ser por convicción sino por los candidatos que prometen remediar los errores de una mala gestión.

Es así que, finalizó el Doctor Rogelio Hernández, no se deben confundir los resultados del 5 de junio con un adelanto de lo que veremos en 2018; como tampoco se debe pasar por alto la llamada de atención para el PRI, que no supo elegir a sus candidatos y que confió demasiado en sus estructuras.