El Papa entre Topo Chico y los expertos argentinos

Por Horacio Vives

Termina hoy la visita del Papa Francisco a nuestro país, con una cobertura casi monotemática por parte de los medios de comunicación. En la medida en que se vaya evaporando el incienso de la visita papal, además de hacer un balance, habrá que poner el foco de atención en las crisis de los últimos días.

Visita papal. Considero un saldo muy positivo. Aquellos que esperaban que viniera a retar y a confrontar al gobierno, se quedaron con un palmo de narices. No era el objetivo —aquí habrá gente que, sin asidero, se sienta decepcionada o llamada a engaño— hacer desplantes para reconvenir al gobierno. Derrochando el carisma que le es conocido, el discurso del Papa tuvo el sentido de llevar un mensaje de misericordia y acompañamiento espiritual. Ofreció una disculpa a los pueblos originarios y señaló, eso sí, claro —como es su estilo—, los grandes y graves problemas que acogen a nuestra civilización y, ahí sí, dio instrucciones directas a su Iglesia y a su grey para enfrentarlos.

El motín de Topo Chico. El motín de la cárcel en la capital neoleonesa es el más grave que haya ocurrido en la historia del país y uno de los peores a nivel mundial. Los hallazgos de los que se ha sabido desde entonces, dan muestra de que el sistema penitenciario en su conjunto está podrido. Y, como normalmente ocurre con los gobiernos que inician, el gobernador Jaime Rodríguez se aferra a la narrativa de no ser culpable por los errores de la administración anterior. Argumento que no resiste el mínimo tamiz de responsabilidad pública.

2 vs. 1 contra la “verdad histórica”. A principios de la semana pasada el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) dio a conocer las conclusiones de su informe, que dan un nuevo duro revés a la denominada “verdad histórica” que en su momento sostuvo la PGR en el sentido de que los normalistas de Ayotzinapa habían sido quemados en el basurero de Cocula. Las conclusiones de los argentinos —a mi juicio muy sólidas— confirman lo que hace unos meses había señalado el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), de la CIDH de la OEA. Como era de esperarse, la reacción de la PGR fue recibir las conclusiones del EAAF, decir que la investigación sigue en curso y esperar a que en semanas el GIEI emita conclusiones complementarias a su primer dictamen. Dentro de las muchas interrogantes obvias, y dado que el dictamen del EAAF confirmó que los restos analizados en laboratorios de Innsbruck sí son de Alexander Mora, queda la duda de la manipulación de las pruebas depositadas en las bolsas negras, a quién pertenecen los otros restos humanos de los que sí fueron quemados en el basurero de Cocula, dónde están los normalistas, y la que podría ser la única forma en la que la PGR pudiera salvar la cara sobre todo el desaseado proceso: una investigación creíble, con una narrativa sólida, de las responsabilidades en las que incurrió esa dependencia cuando estuvo a cargo de Jesús Murillo Karam.