El avión presidencial no es un capricho, es una herramienta de trabajo

El avión presidencial no es un capricho, es una herramienta de trabajo (nota 3)

Este miércoles, el presidente Enrique Peña pisó por primera vez el nuevo avión presidencial. De hecho, la aeronave se estrenó en el marco del Día de la Fuerza Aérea.

Y aunque algunos –como el señor Andrés Manuel López Obrador–, insisten en que se trata de un despilfarro, de un gasto innecesario y de dispendio sin sentido, aquí creemos que cuestionar al presidente Enrique Peña por la compra del avión presidencial es un despropósito. ¿Quiere razones? Van cinco:

Uno. El avión presidencial se compró durante el gobierno de Felipe Calderón y se empezó a pagar desde entonces. Culpar a Enrique Peña no es más que otro de los intentos por deslegitimar y lesionar la imagen del gobierno en turno.

Dos. Como dijo el mismo presidente Peña, el avión no es de él ni de los presidentes que vengan después; el avión es del Estado mexicano.

Tres. Además, la aeronave es un instrumento de trabajo para un servidor público que debe atender a eventos en todo el país, todos los días, todo el tiempo.

Cuatro. La compra del avión es un asunto de Estado. La seguridad del primer mandatario es un tema primordial y no se puede poner en riesgo por los cuestionamientos sin sentido de unos cuantos.

Y cinco. Mientras que la compra del avión ha sido transparente y el gobierno federal ha explicado cuánto gastó en la nave, a quién la compró y cómo la pagó, sus críticos –como Morena–, se han convertido en el partido más opaco, en el partido que no aclara en qué se gasta los recursos públicos y en el partido cuyo líder –el señor López– no explica de qué vive y cómo viaja a todo el país.