Dólar e inflación

Vivimos la paradoja de que el dólar anda “en máximo histórico” y la inflación en “mínimo histórico”. Las comillas son porque calificar así el movimiento del dólar es bastante tonto. Van a tener que poner “máximo histórico” dos o tres veces por semana si siguen así. Observe que la inflación mide el cambio en los precios, mientras que el precio del dólar no indica cambio, sino nivel, y por eso hablar de máximo o mínimos no tiene mucho sentido. En la inflación la cuestión histórica sí es relevante.

Pero, decía, es una gran paradoja, porque en los viejos tiempos (hasta 1995) el movimiento del dólar se traducía de inmediato en alta inflación. Después de 1976, la inflación anduvo por 20 por ciento anual. Después de 1982, en 60, 100 y hasta 150 por ciento por año. En el mismo 1995, último año de cercana dependencia de precios y dólar, superamos 50 or ciento. Pero ahora no pasa eso. Puesto que esto no parece lógico para quienes siguen pensando que los precios del dólar y el petróleo definen nuestra vida, entonces buscan desacreditar la medición de la inflación, o comparar contra los productos que compran y que, según ellos, han subido notoriamente de precio en los últimos meses. No dudo que sea así, pero lo que usted compra no es lo mismo que compran los demás mexicanos, y hay que considerar todas las compras para medir la inflación.

Revisando las cifras, le puedo decir que en los datos agregados el máximo de inflación ocurre en frutas y verduras, que subieron 5.4 por ciento en el año pasado, y en azúcar, café y refrescos, que subieron 4.9 por ciento (no sé cuánto se deba al impuesto especial, por cierto). Salud, educación y otros servicios subieron entre 4.0 y 4.5 por ciento sus precios en 2015, y la mayoría de los bienes tuvieron incrementos que van de 2.0 a 4.0 por ciento anual. Esos son los límites de la banda que el Banco de México estableció como meta.

La inflación general resulta de 2.1 por ciento porque tuvimos algunos bienes con inflación negativa. El servicio telefónico se redujo en ¡-14.5 por ciento! producto de reducciones en todo: fijo (-4.0 por ciento), móvil (-17 por ciento), larga distancia nacional (-40 por ciento) e internacional (-100 por ciento). El siguiente producto con mayor reducción: lácteos y huevos, que promedia -3.0 por ciento, pero que se debe por completo al menor precio de los huevos, -19 por ciento. También bajaron los aceites, en casi 1.0 por ciento.

Pero uno de los mayores impactos es a través de la energía. El costo de energía en la vivienda se redujo en 2.0 por ciento, producto de una reducción de 3.0 por ciento en electricidad y 11 por ciento en gas natural para viviendas. Los que tenemos que comprar gas LP, sin embargo, enfrentamos una inflación de 2.0 por ciento. El menor costo de la energía también se nota en el transporte, que si bien no baja de precio, tampoco tiene alzas mayores. Es más, no sé si ya se dio cuenta, pero la gasolina viene bajando de precio desde agosto (yo no lo había notado, hasta que me puse a revisar numeritos). De agosto a noviembre, la gasolina en México bajó 1.0 por ciento en su precio. Dirá usted que no es mucho, pero de algo sirve para la cuenta de la inflación.

No dudo que si el dólar sigue subiendo de precio, o si se queda en 18 pesos por varios meses, habrá muchas cosas que suban de precio. Especialmente lo importado. Pero en año y medio esto no ha ocurrido. Así que menos angustia que no estamos al borde del precipicio. Y tampoco estamos muy bien, porque muchos luego leen raro.

Tomado de El Financiero