De risa loca, explicación de Sean Penn

Es de risa loca que Sean Penn acuda a un foro de televisión e intente justificar la injustificable entrevista que hizo a Joaquín, el Chapo, Guzmán.

Es grosero que Penn se lamente porque –dice–, su entrevista no logró el objetivo que buscaba.

Es ofensivo que el actor difunda la versión de que, con su entrevista, pretendía avivar el debate sobre cómo los gobiernos encaran al crimen organizado.

Es detestable que el dos veces ganador del Óscar incluso diga que la conversación con el Chapo Guzmán era parte de una estrategia para exhibir los vínculos entre los narcotraficantes mexicanos y los consumidores en Estados Unidos.

Es penoso que un hombre con la trayectoria y el reconocimiento de Sean Penn ofrezca excusas tan pobres, tan absurdas y tan sin chiste.

Es indignante que Sean Penn se burle, como lo hace, de quienes se ganan la vida –y arriesgan el pellejo–, cubriendo, cuestionando y exhibiendo a los criminales organizados.

La reunión entre Sean Penn y el Chapo Guzmán fue incorrecta, la entrevista del actor al capo es terrible; no obstante, las justificaciones de Sean Penn son incluso peores.