Cuando nace el mal y muere la inocencia

En la primera mitad del siglo XX, William Golding escribió su novela más exitosa, El Señor de las Moscas, donde relata cómo un grupo de niños que sobrevive a un accidente de avión en una isla debe asumirse sin la autoridad y la protección de un adulto.

De este modo, los menores se ven orillados a designar un líder y un orden de gobierno hasta que sean rescatados.

Sin embargo, las intrigas, los celos y los problemas con respecto al rol que a cada uno le corresponde adoptar desatan el mal en cada uno de los personajes.

Los menores asesinan a golpes a uno de los niños bajo el argumento de que era una bestia. Más tarde, toman prisioneros e implementan castigos para un grupo de supuestos traidores. Otro menor muere al ser lanzado por un acantilado y se provoca un incendio en el territorio.

Es así como la pérdida de la inocencia y el surgimiento de la maldad toman relevancia en esta novela.

Resulta curioso como historias de este tipo ocurren en el mundo real, aunque en contextos diferentes.

Apenas ayer, una niña de 10 años fue asesinada por su hermano de 12 y otro menor de 14 años, en un municipio de Chihuahua.

De acuerdo con las versiones, la menor fue colgada de un árbol como forma de castigo, luego de haber destruido la casita en la que los otros niños jugaban.

Los vecinos relatan que los tres menores siempre estaban solos y sin la supervisión de un adulto.

Por otro lado, un joven de 15 años fue detenido en Puebla hace unos días porque supuestamente asesinó a su tía, a su hermana y a su mamá. El motivo, de acuerdo con el mismo asesino: porque las mujeres hicieron enojar al multihomicida.

En la novela de William Golding, El Señor de las Moscas, los menores perdieron su inocencia desde que se vieron sin la compañía de los adultos, lo que evidencia que la maldad es genuina en todos los seres humanos y nos orilla a cometer acciones impensables en determinados contextos.

En la vida real, la situación debería preocuparnos más, pues bajo esta premisa, los menores en soledad siempre son un riesgo.

Es decir que si historias como la de Chihuahua o Puebla siguen ocurriendo es porque hay ciertos adultos que no están al pendiente de los menores… ¿O no?