Independientemente de la causa, morir sin que la autoridad se capaz de confirmar la identidad de un occiso es el pase directo a la fosa común.
No obstante, en un inédito, este lunes, el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México y la Procuraduría capitalina inhumaron en un panteón de Naucalpan los restos de la pequeña “Ángela”.
Ángela –nombre que dieron los autoridades a la niña que fue hallada en una maleta en marzo de 2015– permaneció 13 meses en una morgue sin que alguien reclamara sus restos o denunciara su desaparición.
El cuerpo de Ángela fue encontrado con signos de tortura y en condiciones que helarían la sangre al más valiente.
Y a pesar de que el gobierno capitalino hizo todo lo que estuvo a su alcance, lo cierto es que otras instancias brillaron por su ausencia.
Por ejemplo…
La Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra), que colabora en la búsqueda de mujeres y niñas desaparecidas, brilló por su ausencia.
La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de Méixco, brilló por su ausencia. El defensor del pueblo se mantuvo omiso en el caso y no veló por los derechos de la menor fallecida.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos brilló por su ausencia.
Algunas Asociaciones Mexicanas de Niños Robados y Desaparecidos brillaron por su ausencia.
La Comisión de Atención al Desarrollo de la Niñez y la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa brillaron por su ausencia.
La Comisión de Derechos de la Niñez y de la Adolescencia, del Senado, brilló por su ausencia.
La Comisión de Derechos de la Niñez, de la Cámara de Diputados, brilló por su ausencia.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, brilló por su ausencia.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, brilló por su ausencia.
¿Dónde están los papás o familiares de “Ángela”? ¿Dónde estaba la sociedad cuando se enteró del caso? ¿Dónde están las embajadas a las que se les envió datos de su ADN? ¿Dónde están los culpables de la muerte de “Ángela?
