Carta al Rector de la UNAM

Apreciable Rector Enrique Graue:

Algo muy grave tiene que ocurrir en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sólo en medio de una severa crisis, la Máxima Casa de Estudios ignoraría su compromiso social y la responsabilidad que tiene con la difusión de información, de su investigación y de los conocimientos inherentes a su actividad académica.

En este espacio hemos buscado con insistencia a los expertos en materia de medio ambiente y de las condiciones atmosféricas. Sin embargo, ninguno de los conocedores de la materia han atendido las invitaciones de La Otra Opinión.

Los argumentos para rechazar las entrevistas van desde la falta de autorización para hablar en medios hasta pretextos chabacanos como que los académicos no ofrecen entrevistas telefónicas y si existe interés en conocer su postura sobre los temas que manejan, sería necesario que los medios acudan a las oficinas de la UNAM, presenten un cuestionario por escrito y esperen a que la propia universidad responda los cuestionamientos.

Por donde lo vea, es cuestionable que en medio de una crisis ambiental –como la que atraviesa el Valle de México–, la UNAM de la espalda a los ciudadanos. Es reprobable que la Universidad se resista a comentar y a socializar sus investigaciones y reportes. ¿Qué sentido tiene, apreciable Rector, que la institución que preside reciba millones de pesos de dinero público, si sus trabajadores no salen a los medios a explicar las implicaciones de una situación como la contingencia ambiental que sufre el Valle de México? ¿de qué sirven, Rector Graue, los reconocimientos internacionales, los miles de graduados y el reconocimiento colectivo si los profesores universitarios no son los primeros en atender las llamadas de los medios de comunicación y no aprovechan estas vías para combatir la preocupación, el estrés y el desconocimiento en torno a la contingencia ambiental con datos duros, con investigaciones serias y con argumentos académicos?

Resulta lamentable, Rector Graue, que los académicos universitarios se encierren en las paredes de sus cubículos y reserven la información privilegiada –financiada con recursos públicos–, en tiempos en que los ciudadanos de a pie se encuentran ávidos de explicaciones, de cifras y de recomendaciones.

Apreciable Rector, su administración al frente de la UNAM es joven. En sus manos está revertir el descuido, las malas prácticas y los excesos que marcan el desempeño de la Universidad Nacional. Sólo usted puede regresar la UNAM a México, sólo usted puede recuperar los espacios que corresponden a los universitarios y sólo usted puede acercar el conocimiento a los ciudadanos. Después de todo, el conocimiento es útil cuando se pone al servicio de la comunidad y si, en medio de la emergencia, sus investigadores imponen trabas burocráticas y echan mano de pretextos para ignorar su responsabilidad social, entonces la institución que dirige no funciona como debe.

Es tiempo de corregir el rumbo. Es tiempo de engrandecer a la universidad. Está en sus manos, Rector.

La Otra Opinión