Candidatos independientes: del mito al mitote

La novedad –lo de hoy–, son las candidaturas independientes.

Que si son la panacea, que si son la salvación de la patria, que si vienen para acabar con los partidos; que si los ciudadanos son mejores, más honestos, más eficientes y mejor administradores que los políticos…

Hoy muchos gustan decir misa, colocar en los cuernos de la luna las candidaturas independientes y, con ello mandar al bote de basura a la política, a los políticos y a los partidos.

Y en buena medida tienen razón quienes suponen que han fracasado los partidos políticos, el sistema que los agrupa, los propios políticos y hasta los gobiernos emanados de esos partidos.

Sí, todos han fracasado.

Sin embargo, también es cierto que resulta una farsa y un engaño que la solución sean los candidatos independientes. ¿Por qué razón?

  1. Porque a querer o no los políticos son profesionales de su actividad. Es decir, un político es un profesional que se prepara para el acceso al poder, para la administración del gobierno y para el quehacer de la cosa pública. En todo caso la solución está en cuidarles las manos a los políticos.
  2. Porque un candidato independiente puede ser un experto en cualquiera de las disciplinas sociales pero poco o nada conoce de la administración pública, del manejo de la política y del ejercicio eficiente del poder.
  3. Porque para formar gobierno un político requiere de un partido que arrope no sólo un grupo político, una ideología, un proyecto de gobierno, un objetivo y una meta.
  4. Porque un independiente, que no cuenta con un partido político, con un grupo y menos con una ideología –ya no se diga un proyecto de gobierno y un objetivo-, se convertirá en un mero administrador del estado de cosas, será víctima de los intereses de sus colaboradores improvisados y no tendrá que responder de sus actos con ningún partido, con ninguna ideología y menos con un grupo político.

El mejor ejemplo de candidatos independientes fallidos se puede ver en Oaxaca; Guerrero y Puebla, en donde sus respectivos gobernadores llegaron al poder en calidad de candidatos independientes. Es decir, con el apoyo de todos los partidos contra el PRI, pero sin pertenecer a ninguno de ellos.

Uno de esos gobernadores ya cayó, Ángel Aguirre; el otro es el peor gobernador que ha tenido Oaxaca, Gabino Cué y el tercero parece chivo en cristalería, Rafael Moreno Valle.

  1. Porque fenómenos como el del “Bronco” no se producen por generación espontánea; sino que son causales y regionales. Es decir, que para producir un “Bronco” como el que hoy gobierna Nuevo León, primero se debe generar una suerte de alineación astral que haga coincidir fallas, errores, desaciertos, torpezas y equívocos de dos o más grupos políticos, de dos o más partidos y de todo el sistema político.

Pero además si bien es cierto que “El Bronco” es un mito, también lo es que se trata de un producto resultante de la presión de los poderes fácticos.

Dicho de otro modo que para construir a un “Bronco” no sólo se requiere una candidatura independiente sino una falta sistémica en todos los partidos y, sobre todo que los poderes fácticos financien a ese candidato independiente.

Pero además, si bien se favorece a los ciudadanos al reglamentarse las candidaturas independientes, también es cierto que se deja a los ciudadanos en total indefensión cuando se abarata el acceso a una candidatura independiente. ¿Qué quiere decir lo anterior?

Elemental, que si las candidaturas independientes están al acceso de todos, esa oferta de espacios de poder por la vía independiente no es más que un señuelo a la ambición sin límite .

Todos los ciudadanos –y todos son todos-, podrían acceder a una candidatura independiente por tanto no sería extraño que grupos interesados o partidos políticos abusados, estimulen la proliferación de candidatos independientes para abaratarlos a tal grado que se anulen entre sí.

Y es que para que un candidato independiente sea exitoso, existe una condición elemental; que debe ser el único aspirante a ese puesto.

Lo demás no es más que mitote.

Al tiempo

Tomado de La Silla Rota