La mañana del miércoles, diversos medios anunciaron la cancelación de la prueba Planea; es decir, el examen que coordina el Instituto Nacional de Evaluación Educativa –INEE–, y que serviría para evaluar el nivel de aprendizaje de los alumnos de primaria y secundaria.
Según se dijo, la falta de presupuesto habría obligado a postergar el proyecto.
En automático, las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación reprobaron el anuncio.
Para los expertos, la cancelación pondría en riesgo la difusión y el análisis de los avances logrados hasta ahora.
Además, estaría en peligro la formación escolar de millones de alumnos que avanzarían en su formación educativa sin dejar evidencias del progreso registrado
Lo curioso es que el pretexto con que el INEE pospuso la evaluación –la falta de presupuesto– es francamente inverosímil.
A decir verdad, los responsables de la evaluación educativa pudieron haber dicho muchas cosas. Pero culpar de la cancelación a la falta de presupuesto parece, en realidad, una tomada de pelo.
Al botepronto, pareciera que la razón de fondo es una ausencia de resultados sólidos.
Es decir, que menos de un año de que se comenzó a implementar la reforma educativa, es probable que no se perciban evidencias claras del avance. En consecuencia, una evaluación a estas alturas resultaría poco relevante.
En esta lógica, no sería extraño que el INEE y la SEP decidieran posponer la prueba PLANEA un año, tiempo en que probablemente se comiencen a ver resultados.
Lo grave, sin embargo, es que los responsables de la educación intentan tomarnos el pelo y utilizan pretextos realmente malos. ¿O usted les cree que no habrá prueba por falta de dinero?
