Cadenas

Las noticias de los atentados del viernes 13 recorrieron el mundo y lograron de inmediato la unanimidad solidaria y la compasión ante el dolor de las familias de los muertos. El diario Liberation llamó “Generación Bataclán” a los jóvenes que murieron asesinados mientras tocaba la banda de rock duro Eagles of Death Metal. Le Monde puso en su primera plana sólo esto: “El Horror”. En todos los lugares donde atacaron los terroristas, miles de personas cantaron La Marsellesa, el presidente reunió al Congreso en Versalles y pidió el estado de excepción en Francia ante los ataques de los yijadistas del Estado Islámico. Los mandatarios del mundo enviaron mensajes de consuelo.

Grito de guerra

Pero no faltan los que sobran, o no sobran los que faltan en momentos cruciales. Gil leía sus periódicos de papel y sus pantallas de periódico, o como se diga. Mientras leía aquí y allá, de nuevo la oquedad en su periódico La Jornada. En la “Rayuela”, el breve editorial del diario, ese espacio que un buen día conoció la brevedad del aforismo certero, Gamés leyó: “Las de Madrid, Nueva York, Londres y París son las matanzas que nos han mostrado. Las que ellos cometen ¿dónde están?”. Gil caminó sobre la duela de cedro blanco como si acabara de cumplir ciento tres años. Ça y est! La pequeña miseria, la gárgara fanática para aclarar la voz de la secta y para que se oiga que, en el fondo y en la superficie, no condenan los atentados; a los editores de ese periódico les parece una de cal revolucionaria por las que van de violenta arena capitalista: para que vean lo que se siente.

¿Los jóvenes muertos? Bah, apenas unos cuantos. ¿Los que cayeron mientras tomaban un vaso de vino en una terraza? No exageren, parecen sugerir los editores de La Jornada. Que nos hablen mejor de las matanzas propaladas por los imperios para que entendamos que se trata de actos justicieros. Gilga se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: en lo que vinimos a acabar. Como dirían en París: c’est la vie.

Incluso un periodista informado como Robert Fisk escribe en su periódico La Jornada: “París: la sombra de Argelia” y afirma que “la identidad franco-argelina de uno de los atacantes demuestra de qué modo la salvaje guerra francesa de 1956-62 en Argelia continua infectando las atrocidades de hoy”. Robert Fisk el periodista de su diario The Independent considera que los atentados del viernes 13 en París se desprenden de alguna forma misteriosa de la batalla de Argel. Caracho, no jalen porque cobijan.

Camus y Oz

Gamés abrió un grueso libro de 800 páginas, la biografía de Camus escrita por Oliver Todd. En ella encontró el pasaje en el que Todd cuenta del día en que Camus se entrevistó con un grupo de jóvenes estudiantes de la Universidad de Estocolmo al día siguiente de que el escritor había pronunciado el discurso de recepción del Premio Nobel.

En esa ocasión, Camus dijo esto que Gil trae a esta página del fondo: “Siempre he condenado el terror. Debo condenar también un terror que se ejerce ciegamente, por ejemplo en las calles de Argel, y que un día puede golpear a mi madre o a mi familia. Creo en la justicia, pero defenderé a mi madre antes que a la justicia”. ¿Qué pensarán los editores de su periódico La Jornada? Nada, qué van a pensar, medita Gil, no ven más allá de sus narices sectarias.

Gamés se dio cuenta de que había pasado por alto en estas líneas la propuesta del escritor israelí Amos Oz en un texto que leyó en el suplemento Laberinto de su periódico Milenio, “Esperando a los bárbaros”: “Debo añadir que desde mi punto de vista la curiosidad es una virtud moral. Una persona curiosa es ligeramente una mejor persona, un mejor compañero, un mejor padre, un mejor vecino y colega que una persona no curiosa. También un mejor amante. Déjenme sugerir que la curiosidad, junto con el humor, son los dos antídotos principales contra el fanatismo. Los fanáticos no tienen sentido del humor, y rara vez son curiosos. Porque el humor mina el fanatismo y la curiosidad los asalta introduciendo el riesgo de la aventura, cuestionando y descubriendo respuestas incorrectas”.

Gil s’en va