#BodaEPNRivera o el éxito de lo absurdo

Por Alonso Cedeño

Nadie me podrá acusar de ser un defensor de Peña Nieto. En reiteradas ocasiones he ventilado lo que, a mi gusto, resulta en fallas de la estrategia de comunicación digital y en la poca capacidad de contención y manejo de las crisis que se suscitan en medios sociales.

Al amparo de esa aclaración, hoy expondré no solo el análisis numérico de la tendencia desatada por un portal, famoso por pregonar hacer periodismo de investigación, mediante un artículo titulado La boda Peña Nieto–Rivera: El expediente secreto, publicado por la @RevistaProceso y @AristeguiOnline el sábado 6 de febrero.

En Twitter, el hashtag #BodaEPNRivera se convirtió en trending topic con más de 21 mil menciones, y fue uno de los 3 temas más comentados. Alcanzó cerca de 210 mil impresiones, llegando a más de 166 mil cuentas. El tema fue tomado por usuarios de redes sociales que cuestionaron el tema en tono crítico. Ni El Presidente a través de su cuenta @EPN ni la cuenta oficial de la @PresidenciaMXhan emitido posicionamiento alguno.

En Facebook, el portal Aristegui Noticias, no solo publicó en su muro en más de 36 ocasiones algo relacionado con el tema, algunas de las cuales fueron compartidas mas de seis mil veces y llegaron a alcanzar los 12 mil “Me gusta”, sino que lo mantiene como fondo en su página principal.

La profunda contradicción de la gente que vocifera, comparte y reparte la nota sobre la boda es que muchos de ellos se desgarraban las vestiduras acusando una “cortina de humo” con la detención del Chapo, y muy probablemente son los mismos defensores a ultranza del “Estado laico”.

Si @EPN cometió una falta al derecho canónico, solamente podría ser el haber celebrado un matrimonio religioso con una persona que no tenía la capacidad para ello, lo cual no representa ninguna violación a una ley. ¿O acaso buscan evidenciar lo que nadie sabía, que es posible que un político ejerza su capacidad corruptora sobre una institución suprahumana?

Para colmo del ridículo un alto número de mensajes solicitan al presidente, o a su oficina una aclaración al respecto. ¿No son los mismos que se quejaban de la respuesta de las calcetas?, comentando en su ocasión, aquel mensaje me pareció un desatino, que afortunadamente al día de hoy no se ha repetido con el tema de la boda.

En otros temas, pero que también se encuadran en la manipulación desde los medios sociales, la semana pasada inició precampaña el candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, quien de inmediato desató una avalancha de columnas y comentarios; basta ver el impacto que alcanzaron el fragmento del programa de Brozo y el comentario de Rafael Loret de Mola, ambos materiales, por ser en video, resultaron lo más relevante de la conversación en torno al personaje.

En un análisis de los perfiles de Facebook de los dos precandidatos punteros en la gubernatura de Oaxaca, la página de Alejandro Murat registró un número de 253 mil 624 “me gusta”, lo que podría reflejar una gran fuerza en dicha herramienta; sin embargo, el número de personas hablando sobre la página alcanzó las 2 mil 823, es decir, 1.11%, y una tasa de interacción de 0.4687%. La explicación: o no despierta emoción en sus seguidores o muchos no son reales, como ya se ha visto en otros políticos. Esto también se puede inferir por el crecimiento en un día promedio: pese a encontrarse en medio del debate de su candidatura, el aspirante crece en 8.3 me gusta, por lo que si ésta fuera la tendencia hubiera requerido 30 mil días para alcanzar esa popularidad.

Por su parte, José Antonio Estefan Garfias quien se perfila como el futuro candidato de la alianza PAN-PRD, contaba a la fecha del análisis con menos de 8 mil me gusta en su página, pero con casi el doble de personas hablando sobre la misma, 4,734 con una tasa de interacción de 5.19%.

El otro precandidato del PRD, Benjamín Robles Montoya, aparentemente utiliza las tácticas de los seguidores falsos, al contar con 175,600 me gusta, aunque solamente llega a 4,092 personas hablando sobre su página.