Beltones, Gil Zuarth y Woldenberg quieren gobierno de coalición

Este miércoles, el expresidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones; el senador del PAN, Roberto Gil Zuarth; y el expresidente del desaparecido IFE, José Woldenberg, participaron en una mesa de diálogo organizada por la corriente Galileos del PRD.

En la mesa, dedicada al tema de los gobiernos de coalición, los ponentes descubrieron el hilo negro del panorama político-electoral en México. A falta de poco menos de 20 meses para las elecciones de 2018, las fuerzas políticas están divididas, los partidos grandes —PRI, PAN y PRD— han perdido representatividad, y el próximo presidente podría llegar al poder incluso con menos del 30 por ciento del voto ciudadano.

Beltrones, Gil Zuarth y Woldenberg coincidieron en que, ante esta situación, se requieren cambios en el modelo político electoral y se pronunciaron a favor de introducir un modelo de gobierno de coalición con segunda vuelta.

¿Qué significa esto?

Que las fuerzas políticas deberían negociar para ungir a un candidato con más del 50 por ciento de los votos y así garantizar condiciones de gobernabilidad; o, como mencionaron los ponentes, evitar que el presidente llegue al cargo con más rechazos que adhesiones.

Pero, ¿En realidad es esta la solución? ¿Los gobiernos de coalición son garantía de gobernabilidad?

La experiencia en otros países indica que no necesariamente. En España, por ejemplo, aún no se ha podido investir a un candidato, toda vez que no se han conformado las alianzas para que ninguno de los dos partidos grandes —el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)— obtengan la mayoría. Como manzana de la discordia, los partidos pequeños, como Podemos, se han convertido el factor decisivo y la mezquindad de evitar el triunfo del rival ha superado la urgencia por formar un gobierno, por lo que el país se encuentra en parálisis política.

En el caso, mexicano, en los estados ya hay antecedentes de gobernadores que llegan a su cargo encabezando una colación, pero la experiencia ha demostrado que ello tampoco es garantía de gobernabilidad, pues ello no exime de que exista una fuerza de oposición. Cabe recordar que la función de los partidos políticos es, precisamente, reflejar las divisiones ideológicas del país y defender los intereses de sus representados.

De cualquier forma, los esfuerzos por mejorar la gobernabilidad son bienvenidos.

La pregunta es si con una coyuntura electoral de por medio, quienes hoy manifiestan consenso respecto a la necesidad de un gobierno de coalición serían capaces de formar, en la realidad, una coalición.