Sólo en el puerto de Acapulco –sin tomar en cuenta la tragedia que se vive en todo Guerrero–, la cifra de muertos es escalofriante.
Del 1 de enero a las 17:00 horas del sábado 26 de marzo, se habían reportado 204 asesinados, en su mayoría ejecutados o víctimas del choque entre bandas criminales.
Sólo en lo que va de Semana Santa, Acapulco registro –hasta las 17:00 horas de ayer sábado–, 23 personas muertas.
Sólo en lo que va de marzo fueron asesinadas 51 personas en Acapulco, de las cuales 5 fueron acribilladas en la playa y eran lancheros y/o vendedores ambulantes; todo a pesar de que autoridades estatales insisten que “los ajustes de cuentas” se dan lejos de la zona turística.
Y si dudan de las cifras escalofriantes, en todo 2005, sólo en Acapulco, se registraron 750 ejecuciones. Por esa razón, los tres órdenes de gobierno movilizaron –el 17 de marzo–, una fuerza pública de 12 mil efectivos para todas las zonas turísticas de Guerrero; 5 mil a Acapulco. De ellos, casi mil 800 son soldados, 500 marinos y 324 policías federales. Aún así, todo parece insuficiente. Sigue incontenible la cifra de muertos.
Pero lo más absurdo es que –a pesar de las cifras de terror en Acapulco–, en el puente vacacional de Semana Santa la ocupación hotelera y de playa llegó al tope. Parece que la violencia y la inseguridad que vive Acapulco importan poco, o nada, a los miles de turistas.
Y es absurdo porque si comparamos de manera arbitraria los 204 muertos que registra Acapulco –a manos del Crimen–, en lo que va de 2016, frente a los civiles asesinados por el Estado Islámico, la diferencia es mínima, sobre todo si se toma en cuenta que el Estado Islámico ataca naciones Estado y Acapulco es apenas un municipio mexicano.
Pero si aproximamos la comparación de los 4 mil 30 muertos que han arrojado los ataques de Isis desde su aparición en 2014 –en por lo menos seis países–, con los 3 mil 979 muertos que el crimen organizado ha provocado desde 2014 en todo el estado de Guerrero, la conclusión resulta lapidaria.
Las bandas criminales de Guerrero son tan mortíferas como Isis.
Por eso, en otro de los absurdos de Acapulco, empresarios promueven una cumbre con bandas criminales, para establecer a quién pagan el impuesto por trabajar. ¿Gobierno fallido?
Al tiempo.
Tomado de Milenio
