A los políticos ni les importa el medio ambiente ni el Día Mundial Sin Autos

 

La imagen que acompaña esta nota nos revela a un grupo de ciclistas circulando por alguna avenida principal de la Ciudad de México. La foto podría ser un ejemplo de civilidad, de conciencia, de buenos ciudadanos, funcionarios y servidores públicos… Sin embargo, la verdad es otra.

Y es que los protagonistas de la fotografía son los senadores y diputados que una vez al año dejan sus vehículos en el garage de su casa para celebrar el Día Internacional Sin Auto.

El objetivo de esta fecha es desincentivar el uso de coches y fomentar la protección al medio ambiente; no obstante, un sólo día para lograr la meta es insuficiente.

Es por eso que parece ridículo que los funcionarios públicos salgan año con año a las calles de la capital, en bicicleta o a pie, para dar “el ejemplo” de lo que se debe hacer en la cotidianidad.

Si realmente estuvieran preocupados por cuidar el medio ambiente y fomentar el uso de transportes alternativos a los vehículos motorizados, los programas ecológicos y de movilidad serían privilegiados en las Cámaras, pero no es así.

Si realmente estuvieran motivados a controlar el cambio climático y a cuidar el medio ambiente para prevenir desastres naturales y ecológicos, los diputados de San Lázaro no estarían en la lista de los organismos que más contaminan y más recursos desperdician en el país.

No obstante, apenas en abril pasado un reporte de la UNAM reveló que en el recinto de los diputados, donde laboran cerca de 10 mil 678 personas, se generan cerca de tres toneladas de basura al día.

El estudio también indicó que en un mes se consume casi un millón 22 mil 789 kilowatts de electricidad y 420 mil metros cúbicos de agua.

¿Por qué entonces, si los legisladores no predican con el ejemplo diario, cada 22 de septiembre vienen a decirnos que debemos usar menos el automóvil?

Es cierto que hay funcionarios que están realmente comprometidos con la movilidad y el medio ambiente, pero no es suficiente.

El tráfico en la capital no disminuye, por lo tanto la contaminación tampoco.

Todos los días hay manifestaciones, cierres viales y por poco contingencias ambientales. Sin embargo, el transporte público sigue siendo deficiente, no hay ciclopistas adecuadas para la movilidad en dos ruedas y la cultura cívica de la sociedad también se suma a un desastre que con un día sin auto no se resuelve.