Durante el proceso electoral del siete de junio de 2015, muchos vieron en Jaime Rodríguez, El Bronco, una figura de esperanza; una alternativa ante los corruptos y desgastados partidos políticos; una voz ajena al sistema y un hombre que parecía decir lo que pensaba, lo que pocos se atrevían.
Sin embargo, luego de 100 días en el cargo, el Bronco ya demostró su naturaleza autoritaria, populista y nada democrática.
Resulta que luego del motín en el penal de Topo Chico –en donde perdieron la vida 49 personas–, Rodríguez no enfrentó a la crítica de la mejor manera.
Al final de la transmisión del noticiero nocturno de Televisa, El Bronco publicó un video en donde desacreditó el trabajo del conductor del espacio, aseguró que la falta de patrocinios tenía a la televisora en contra de su administración y acusó al periodista responsable del noticiero de estar resentido y de usar su programa para agredir la figura del Bronco.
Evidentemente, algo no funciona como debe. Un gobernador que descalifica al mensajero en vez de argumentar contra el mensaje es una autoridad poco seria y con tintes fascistoides. Un servidor público que no ve a la crítica con buenos ojos y que ataca a quienes lo cuestionan es más cercano a un dictador que a un gobernador.
Y para muestra, las declaraciones de otros dictadorzuelos –o dictadores en potencia–, como Nicolás Maduro, Hugo Chávez y Andrés Manuel López Obrador. En su momento, cada uno de ellos ha cuestionado con severidad a los medios que lo critican y, tratan con benevolencia a quienes les aplauden.
Por sus declaraciones, Jaime Rodríguez está en el mismo nivel que Chávez, Maduro y Obrador.
Por cierto, ¿dónde están los medios que fabricaron al Bronco? ¿qué dicen los periódicos que inflaron a Jaime Rodríguez? Las primeras planas no mienten. Basta comparar el trabajo de dos diarios para saber quiénes se hacen de la vista gorda. Al tiempo.
